Cambios en la estructura del empleo: de la industria a los servicios
En épocas recientes han surgido con frecuencia análisis relativos a la aparición del fenómeno de la desindustrialización. Con este término se suele hacer referencia al rol declinante que ha venido asumiendo la industria como creadora de empleos en las economías desarrolladas. Pero, en tales economías este es un fenómeno que ha estado presente desde la década del setenta. Al comienzo solía hacerse referencia a un proceso de “terciarización” del empleo al cual no se le asignaban connotaciones negativas, ya que era considerado como una lógica consecuencia del crecimiento económico. Pero, en cierto momento, se acuñó el término “desindustrialización” con claras implicancias negativas, por lo menos desde el punto de vista de las percepciones populares. En el debate se suele caracterizar a la desindustrialización como un problema análogo al de la creciente disparidad en los ingresos o a los elevados niveles de desempleo de las economías más avanzadas. En muchos casos, se lo ha asociado con la creciente globalización y apertura de la economía mundial y, sobre todo, con el comercio Norte-Sur, al sostenerse que el mismo resultaría en una pérdida de empleos para los trabajadores no calificados de las economías desarrolladas1. Esto sería cierto en el caso de que en el comercio tales economías tuvieran altos niveles de importaciones de manufacturas trabajo-intensivas y, en cambio, sus exportaciones fueran capital-intensivas. En esa situación, se ha sostenido que aún un incremento balanceado del comercio Norte-Sur podría conducir a pérdidas de puestos en la industria en las economías desarrolladas2. Sin embargo, de acuerdo con otros puntos de vista3 las causas más verosímiles de este fenómeno deben ser buscadas en los cambios operados en las preferencias de los consumidores y, sobre todo, en los diferenciales que existen entre las tasas de crecimiento de la productividad entre la industria y los servicios. Si se contemplan estos desarrollos desde otro punto de vista, complementario del anterior, se puede constatar un sostenido crecimiento de los servicios, tanto en su participación en la producción como en el empleo. En los Cuadros Nº 1 y 2 pueden apreciarse las cifras que corroboran este comportamiento para un grupo de países industriales.