Economía

Ideas, intereses y valores

Número
196
Autor
Juan Carlos De Pablo
Mes/Año
Ago-01
Adjunto
Resumen

Desde que la leí, hace aproximadamente 4 décadas, esta afirmación incluída en la última página de la obra más famosa de Keynes, La teoría general, me encantó. Porque claro, me siento superior y más bueno si pienso que me ocupo de las ideas, que si creo que me ocupo de los intereses (de los míos, o de los de los otros); y si encima las ideas –particularmente las “correctas”, es decir, las mías- son más importantes que los intereses, entonces me parece que estoy viviendo en el mejor de los mundos. A propósito: hay cosas peores que los intereses. “Durante el siglo XVIII el gobierno orientado por los intereses se veía como una alternativa [mucho más atractiva] al gobierno dominado por las pasiones destructivas... Con el correr del tiempo la distinción entre intereses y pasiones se evaporó”, afirma Hirschman (1986), quien en sus clases de Harvard afirmaba que la conducta basada en los intereses generaba muchos menos problemas que la basada en pasiones como el odio, la envidia, etc.. También leí, hace mucho tiempo, que la mayoría de los errores se deben a la ignorancia, y no son considerados éxitos para quien los “cometió”, porque en realidad se proponía lograr eso, como sugiere la explicación conspirativa de la realidad (“La lógica incorrecta ha cometido más crímenes involuntarios, que los que los malos hombres han cometido deliberadamente”, afirmó Pierre Samuel Dupont de Nemours en la Asamblea Nacional de Francia el 25 de setiembre de 1790”. Citado en Friedman, 1977). Lo cual también me encantó, porque planteó la eliminación de los errores como una cuestión de investigación, enseñanza y divulgación; lo cual implica que si bien todavía no estoy viviendo en el mejor de los mundos, haciendo cosas que me gustan mucho podría contribuir a acercarnos a él. Todo esto luce muy bonito, pero; ¿será cierto? Explorar la primera de estas cuestiones es el objetivo del presente trabajo.